Escritora, gestora cultural, promotora de lectura y Comunicadora Social – periodista egresada de la Universidad de Antioquia, Velia Vidal Romero, oriunda de Bahía Solano (Chocó) y exfuncionaria de la Alcaldía de Medellín, fue resaltada por la BBC, en 2022, como una de las 100 mujeres más influyentes e inspiradoras del mundo. Es una de las invitadas especiales de la 18 Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín, que se desarrolla por estos días en el Jardín Botánico.
Otra vez está en Medellín. ¿Qué significa para usted esta ciudad?
“Medellín es mi casa, realmente. Si yo tuviera que elegir una ciudad, digamos, grande del país, por fuera del Chocó, definitivamente sería Medellín. Aunque debo decir que quiero mucho a Cali también, donde viví. Pero Medellín ha sido mi hogar, fue mi hogar durante 15 años permanentemente. Y ahora cada vez que estoy aquí vivo un reencuentro con la ciudad, un redescubrimiento”.
Trabajó en la Alcaldía de Medellín. ¿Qué recuerda de ese trabajo?
“Mi paso por la Alcaldía fue maravilloso. A pesar de los momentos de tensión, solo tengo buenos recuerdos. Lo primero es que me quedaron amigos y amigas que los conservo hasta hoy, amigos que son familia y los conocí en la Alcaldía de Medellín. Así que volvería mil veces, solo por eso. Pero además recuerdo las quedas, los fines de semana cubriendo noticias, las Ferias de las Flores. Las jornadas de trabajo eran pesadas, siempre entraba muy temprano y salíamos de noche. Y algo que recuerdo también con mucha gratitud y con mucho afecto es recorrer la ciudad. La Alcaldía me dio la posibilidad de conocer todas las comunas, incluyendo los cinco corregimientos, y eso me hace sentir muy privilegiada”.
¿Qué valor sentimental tienen Juan Cojo y los fríjoles de Mariajá?
“Si me van a hacer esas preguntas voy a llorar y esa parte no se vale. Pero es llorar de amor. Entonces, puede que sí se valga. Juan Cojo es la vereda donde vive Mariajá, María Janeth, que es como mi hermana, una gran amiga que tiene una casa preciosa en esta vereda de Girardota. Ella siempre dice que es la casa de todos y ahí tenemos la costumbre bella de encontrarnos cada tanto entre muchos amigos. Pero yo, pues, tengo además la costumbre personal que cuando logro estar aquí en Medellín unos días, más de una semana, siempre voy porque es mi casa también. Y ahora tengo una nueva casa, pero el tiempo que no tuve, la casa de Juan Cojo fue mi casa aquí en el Valle de Aburrá”.
¿Qué siente por haber trabajado en la organización de la Fiesta del Libro y ahora ser una de las invitadas especiales como expositora?
“Es algo muy especial para mí. Yo trabajé en al menos tres versiones de la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín. Fui productora, jefa de Comunicaciones, comercializadora. Mejor dicho, estuve en distintos roles y varios al tiempo, porque siempre teníamos que salir a resolver cosas. El primer año pusimos un tema, que era Latinoamérica, cuando trajimos a Rubén Blades, por ejemplo, y siento que fue el momento en el que la Fiesta empezó a dar un salto importante, a prepararse para crecer y convertirse en lo que es hoy. Soy muy feliz de ver esta Fiesta tan grande, tan crecida, de ver que hoy son realidad y están consolidados programas que en ese momento soñábamos. Y estar en el rol de escritora es también un privilegio, un gran orgullo. Me da la posibilidad de tener un poco más de paciencia, porque entiendo la Fiesta desde adentro, pero sobre todo siento orgullo y mucha alegría de no haber perdido el contacto y de tener ahora en esta vida, que es distinta, una forma de relacionarme con este espacio tan importante para mí”.
Usted en su obra aborda la lucha contra el racismo. ¿Se ha sentido discriminada en el mundo literario por ser mujer y por ser negra?
“Definitivamente sí he sentido el racismo y la discriminación en el país, también en otros lados. Y específicamente he sentido el racismo y la discriminación en el mundo literario. Yo siento que este es un país que no está acostumbrado a que las personas de grupos minoritarios, no solamente afros e indígenas, sino también de identidades diversas por asuntos de género o de sexo, ocupen un lugar en la literatura y ocupen un lugar relevante. Muchas personas intentan decir o decidir por mí qué es lo que debo hacer, qué debería leer, qué debería escribir y sobre todo se sienten con el derecho a decir hasta dónde debería llegar. Esto viene de lo inusual de una figura como la mía, de lo inusual de que una persona negra y mujer, además, ocupe un lugar visible en la literatura colombiana. Y esto descoloca un poco a algunas personas que consideran que estoy en un sitio distinto al que me corresponde. Las mujeres negras en el país han estado relegadas a la cocina, a los oficios de la estética, al servicio doméstico y a labores del cuidado, en condiciones muy indignas y se supone que el lugar de la literatura no es el nuestro. Así que entiendo que es de ahí de donde viene ese rechazo sumado a mi postura antirracista y a mi decisión de señalar el racismo todas las veces que sea necesario. Y esto genera una incomodidad que provoca rechazo de parte de algunas personas. Yo entiendo de dónde viene, pero eso no lo hace menos incómodo y menos doloroso”.
Usted es animalista. ¿Cómo es su relación con los animales y con la naturaleza en general?
“Procuro entenderme como parte y no como un ser superior ni a los animales ni a la naturaleza. Me siento muy conectada con los animales. He tenido gatos, ahora tenemos perros, siempre adoptados porque es una decisión vital. Siempre con una tenencia responsable. Me siento muy conectada con la naturaleza, con el mar, con los ríos, la lluvia, el agua. Siento que es constitutivo de todos los seres humanos. De hecho, no comprendo esta separación entre nuestro cuerpo y el agua que está afuera, la separación entre nosotros y las otras especies animales”.
¿Ahora tiene un lugar fijo de residencia o se la pasa viajando?
“En este momento, después de la muerte de mi papá, con mis hermanos y debido a unas situaciones de seguridad que viví, acordamos que yo iba a quedarme con el apartamento de mi papá aquí en Medellín, entonces hace un año tengo un hogar en Medellín, yo no sé si diría que hace un año ya era un hogar, pero sí, hace ocho meses, hace nueve meses lo fui convirtiendo en un hogar. No he estado aquí todo el tiempo porque mis obligaciones no me lo permiten y a partir de este mes voy a estar radicada en Bogotá porque empecé a ser curadora del Museo Afro de Colombia, pero voy a conservar mi hogar, entonces voy a estar viniendo cada cierto tiempo a calentar mi casa, mi cama, a ver mi jardín”.
Cuando viaja, ¿qué es lo que más extraña de su tierra, Chocó?
“He descubierto que mi residencia emocional está en Bahía Solano (Chocó). Así yo esté en cualquier isla o ciudad, sigo habitando esa orilla del mar. Y eso creo que me ha impedido extrañar más, me ha ayudado a extrañar menos. Siempre me conecto con mi lugar de origen, independientemente de donde esté. Ahora, hay una cosa que extraño mucho y que es muy difícil de sentir en otro lugar y es el sonido de la lluvia sobre las tejas de zinc. Es una cosa muy propia en el Chocó, por el modo de construcción de las casas, y en particular en Bahía Solano”.
Vine a leerle el poema que le escribí y a sentir el frío de sus aguas en mis pies,
su brisa y sus olas, que me traen el mar. #Támesis #Thamesriver
“Mi familia está dispersa por todos lados. Tengo familia en Bahía Solano, en Quibdó, en Cali, en Bogotá, en el norte del Valle. Mi hermana, por ejemplo, está en Berlín. Es muy difícil establecer un solo lugar para mi familia. También creo que la familia se va construyendo con otro tipo de lazos. Por ejemplo, yo digo que tengo mi familia en Berlín, mi familia de Londres, que son las personas que me acogen y que me reciben en cada viaje. Y creo que por eso quizá no extraño tanto la familia. Además, en general, mi vida siempre fue un asunto de encontrarme con mi papá, a veces en Bahía Solano, en Medellín, en Cali, en Quibdó. Entonces, estoy acostumbrada a esa itinerancia en los encuentros con mis familiares”.
«Esos son los míos, parte de mi vida y mi corazón, los que tanto amo» Foto: @VeliaaMar
Su padre murió hace poco. ¿Qué se le viene a la mente cuando le hablamos de su papá y de su esposo?
“Mi papá era mi soporte. Era una parte muy importante en mi vida y por eso ha sido tan difícil para mí esa pérdida. Justo esta semana se están cumpliendo dos años de su muerte y ese ha sido el dolor más grande de mi vida, porque era un papá presente toda la vida, desde el día que nací hasta el día que él se murió. Esa presencia constante, que a veces no es tan usual en la figura masculina, pero mi papá sí lo fue, hace que sienta mucho más la ausencia. También lo siento muy presente en mi autonomía, con mi determinación, que son cosas que siento que me enseñó. Y mi esposo Roge es mi compañero de la vida. Es más animalista que yo, compartimos esa pasión, ha sido un punto de encuentro importante entre nosotros. También somos socios, los dos hacemos el trabajo de promoción de lectura y de gestión cultural en el Chocó y en Urabá. Así que es un aliado, un compañero de viaje. Y bueno, está por cumplir 50 años y me encanta, yo lo veo divino. Me genera mucha ilusión y dulzura sentirme enamorada después de 20 años juntos”.
Cuéntenos un poco acerca de Motete
“Motete es una corporación educativa y cultural que fundamos juntos, mi esposo y yo, que ya lleva ocho años de trabajo constante desde donde hacemos Flecho (Fiesta de la Lectura y la Escritura del Chocó). Trabajamos con niños, niñas, jóvenes, en entornos escolares, en entornos no escolarizados, haciendo animación a la lectura, pero sobre todo con un propósito en el desarrollo del pensamiento crítico, para el ejercicio de ciudadanías activas, creativas, autónomas, con el desarrollo de la imaginación y también para el autorreconocimiento, porque la mayoría de la población con la que trabajamos es población afro, entonces es muy importante fortalecer la imagen propia a partir de los encuentros literarios”.
¿Qué ha sido lo más gratificante en esta labor de promoción de lectura, sobre todo hacia niños y jóvenes?
“Lo más gratificante son los argumentos que van desarrollando los niños. Y es muy especial porque a veces me mandan cosas y me dicen: ‘Mira la respuesta que dio Albeiro’. Le preguntamos por cualquier cosa de la vida, Albeiro ya hizo todo el ciclo de formación, está en otras actividades, terminó el colegio, y son niños y niñas ya jóvenes que de verdad se nota que tienen el pensamiento crítico fortalecido. Eso a mí me da una satisfacción muy grande. Más allá de si son o no son lectores, es evidenciar que en realidad la lectura, y en especial de literatura, les permite desarrollar el pensamiento crítico”.
¿El Chocó es su inspiración? ¿De ahí surge todo el deseo de escribir y de mostrarle al mundo las historias que allá acontecen?
“No creo tanto que el Chocó sea mi inspiración. Yo creo que uno escribe porque esto nace del deseo, porque está ahí en el universo y tiene que salir. Pero uno escribe justamente de su entorno más próximo. Tampoco tengo una apuesta por mostrarle el Chocó al mundo, sino por construir una obra literaria en la que evidentemente el Chocó tiene un lugar muy importante, pero por ejemplo el próximo libro, que sale más o menos en marzo del próximo año, no ocurre en el Chocó. Es un libro que nació a orillas del mar Báltico, en Alemania, pero tiene mucho que ver también con el Chocó y con cualquier lugar del mundo. Me interesa que mi literatura sea un canal para hablar del Chocó con una mirada distinta, no estereotipada, porque efectivamente ha sido un territorio que ha tenido una carga muy pesada en cómo lo miran desde otros lugares a través del racismo y de los estereotipos, y si mi literatura puede servir para que eso cambie un poco, me voy a dar por bien servida, pero no escribo exclusivamente para eso”.
¿Considera que la inteligencia artificial es una amenaza para los escritores?
“No creo que sea una amenaza para los escritores. Cuando uno está haciendo su trabajo literario lo que quiere es poner todo esto que tiene dentro ahí en esas líneas, así que no tendría sentido dejárselo a una inteligencia artificial. La inteligencia artificial puede ser una herramienta interesante, útil, y la estoy usando no en el proceso de escritura sino en el modo de informarme, porque es muy distinto poner en Google una palabra a preguntarle a la inteligencia artificial por lo que pasa con esa palabra en distintos contextos. No creo que tenga por qué ser una amenaza sino una herramienta que enriquezca nuestro trabajo”.
¿Una escritora o escritor y un libro que la hayan marcado especialmente?
“Voy a pensar en Medellín. Hay muchos autores, por supuesto, que me gustan y que me motivan, pero hoy quiero nombrar un autor de Antioquia muy importante que ya falleció, que fue José Libardo Porras. Un libro de él muy especial que se llama Mujeres saltando la cerca. No sé si todavía se reedita y si no, debería volver a publicarse, porque son textos extraordinarios y él fue un gran autor que debería ser más conocido en la ciudad y en el país”.