Málaga (EFE).- Un 37 por ciento de las personas que se ven obligadas a una migración forzosa tienen afectaciones de salud mental como ansiedad, estrés o depresión. Y solo el 6 por ciento cuenta con un empleo o actividad remunerada, según un estudio presentado este miércoles por Cruz Roja. Han analizado 1.025 casos.
El informe revela que la situación que más protege frente a los riesgos y afectaciones derivadas de la migración forzosa es el empleo. Y la ocupación remunerada, aunque sea de economía sumergida, al aportar independencia económica.
También les protege el apoyo familiar en general y la vinculación emocional con el entorno, los hábitos y estilo de vida saludables. Esto es actividad física, alimentación, higiene de sueño y salud afectiva y sexual. También las prácticas espirituales, la educación y la formación, las habilidades sociales y el apoyo de la red social.
Un total de 375 personas de las que han participado en el estudio tienen afectaciones de salud mental, ha explicado la investigadora principal y psicóloga del programa de Cruz Roja de atención a refugiados, Carolina Zanolla.
El reto que plantean es aumentar las oportunidades laborales, ya que el empleo conlleva sentimiento de valía y cubre las necesidades básicas. Y así “pueden volver a empezar, tener una remuneración y autonomía y no depender de instituciones u organizaciones”.
Ofrecerles empleo
En este sentido, reclaman un cambio de conciencia para dar oportunidades a desempleados de larga duración y personas en determinadas situaciones y que actúen de la mano los sectores privado, público y asociativo.
Recuerda la investigadora que estas personas se ven obligadas a trabajar para su sustento, a la vez que para enviar remesas de dinero a familiares o personas a su cargo en el país de origen, e incluso a pagar la deuda asumida para su viaje migratorio, a lo que se suma en el caso de los no hispanohablantes su necesidad de aprender la lengua.
Echan en falta referentes de personas que procedan de una migración más parecida a sus propias historias.
Atienden casos como el de una transexual rumana que fue expulsada de su familia, pidió asilo en España, está en tratamiento hormonal y no consigue empleo.
Testimonios
Entre otros testimonios está el de Igor, homosexual de Brasil, que se marchó de su país al no sentirse seguro. O el de Koffee, de Costa de Marfil, que se fue dejando atrás a sus hijas. No quería casarse obligada con su cuñado, tras fallecer su esposo, para poder heredar una plantación de cacao; ambos han tenido la acogida de Cruz Roja.
El estudio abarca 52 países de origen, el más preponderante Venezuela, con 140 casos, seguido de Marruecos.
La integración es la estrategia de actuación mas efectiva, según el estudio, en cuya presentación ha intervenido la presidenta de Cruz Roja en Andalucía, Rosario García. Esta precisa que los migrantes afectados ven la salud mental como un tabú.
Ha recordado que en 2022 se alcanzó la mayor cifra de refugiados con 35 millones, según los datos a nivel mundial. Y que España es el tercer país de la Unión Europea con más solicitudes de refugio durante el pasado año, con 119.000. A estos se suman 161.000 temporales por la guerra en Ucrania.
El servicio telefónico de Cruz Roja abierto a raíz de la pandemia para atender necesidades sobre salud mental en general -que ofrece apoyo emocional- ha atendido 23.000 llamadas. La mayoría de Madrid y Andalucía; más de la mitad son de colectivos vulnerables, entre ellos los migrantes. Y aumentan las de jóvenes menores de 30 años -más de la mitad son de mujeres y mas del 50 % han llamado más de una vez-. EFE
