Gemma Bastida I Alhaurín de la Torre (Málaga), (EFE).- Gael se coloca las gafas de sol, mete las manos en los bolsillos y desfila por la sala con paso firme y mirada al frente. Este joven de 22 años tiene síndrome de Down y es uno de los alumnos de la escuela de modelos de inclusión de Ana Alicia Ruiz, que ayuda a personas de diferentes tallas, edades o capacidades a formarse en el mundo del modelaje.
Ana tiene 32 años y trabaja como modelo, pese a que a su metro y medio de estatura no se lo ha puesto fácil. Rechazada en los casting de forma sistemática por su baja altura, esta decidida malagueña se propuso hacerse un hueco en las pasarelas y lo consiguió. Ahora quiere ayudar a otras personas a cumplir su sueño de ser maniquí, pese a no cumplir los cánones de belleza tradicionales.
Con este fin abrió hace una década en Alhaurín de la Torre su particular academia de modelos, por la que han pasado en estos años más de 400 personas de todo tipo: altas, bajas, curvys, jubiladas, menores, en silla de ruedas o con alguna discapacidad física o intelectual.
“Para mí es un reto personal enseñar a todo tipo de alumnos porque no es nada fácil y tienes que ir amoldando la forma de la enseñanza a la persona, pero cuando veo el resultado al cabo de unos meses me siento muy satisfecha del trabajo hecho con ellos”, explica a EFE Ana Alicia Ruiz.
Desfilar y mucho más
Ruiz les enseña a posar y desfilar, pero también les da clases de maquillaje y cuidado de la piel, de protocolo, redes sociales, relaciones externas o hasta de ‘personal shopper’, para que los alumnos sepan qué ropa les favorece más o qué conviene llevar a un determinado evento.
“Como vamos en contra de todos los cánones de belleza, nosotros tenemos que destacar y ser muchísimo más profesionales, porque a la hora de contratarnos se nos va a exigir mucho más”, apunta Ruiz, que lamenta que las marcas sigan priorizando la selección de maniquíes altas y “90-60-90”, aunque el grueso de sus clientes no responda a estas medidas.
Pese a las dificultades, Gael tiene claro que de mayor quiere ser “modelo y famoso”. Desfila con desparpajo y posa con naturalidad ante la cámara. Ruiz le enseña cómo poner los pies en la silla y cómo colocar la espalda y las manos mientras Carlos, el fotógrafo de la escuela, le saca unos retratos.
Gael comparte hoy clase con otros siete alumnos: la pequeña Leyre, de 11 años; Raúl, de 49 y también con síndrome de Down; Paula, de 22; Claudia, de 21; Alfonso, de 56; Zaira, de 20, y Laura, de 23, quien padece diplejía espástica, una forma de parálisis cerebral infantil que se caracteriza por la pérdida de fuerza en las extremidades inferiores.
Adiós complejos
Laura, que al nacer prematura sufrió un derrame cerebral, camina con dificultad y tiene problemas de equilibrio, pero eso no le impide desfilar, dar la vuelta al llegar al final de la sala y volver con la cabeza alta al punto de partida.
“Al principio no podía hacer algunas poses por falta de equilibrio, pero ahora ya sí porque Ana Alicia ha adaptado los pasos a mi”, indica esta aspirante a actriz y estudiante de Filosofía, que está feliz de poder formarse en esta escuela, a la que llegó “de pura casualidad”.
Jamás se había planteado ser modelo, pero ahora que lo ha probado reconoce que le está ayudando a superar sus inseguridades.
También quiere transmitir a la sociedad un mensaje, y es que “todos somos iguales”, pese a nuestras diferencias.
El modelaje, comenta Ana Alicia Ruiz, “les ayuda a tener más seguridad en ellos mismos y a crecer como personas”, por eso trabajan mucho el tema de la actitud. “Hay personas que tienen muchos complejos y hacemos que los olviden, saquen todo su potencial y se valoren tal y como son”.
Un futuro profesional
Eso le pasó a Zaira, que lleva cuatro años, desde los 16, formándose en la escuela. Ana Alicia Ruiz la conoció en una pasarela y le dijo: “Eres un diamante sin pulir”. Esas palabras la animaron a apuntarse a la academia y ahí ha logrado superar sus “miedos y complejos”, en su caso por sus orejas y unas manchas en la piel.
“Ahora voy a todos lados con un moño, ya no me importa mostrar mis orejas”, afirma sonriente Zaira.
Como ella, Paula ha conseguido tener más confianza en sí misma desde que se forma en esta escuela. Hace dos veranos que se subió por primera vez a una pasarela y, aunque tampoco responde a los típicos cánones de belleza, confía en poder llegar a dedicarse profesionalmente al modelaje.
Claudia también conoció casualmente a Ana Alicia Ruiz, durante un desfile de moda inclusivo, y ahora comparte clase con su tío Raúl, a quien le encanta “enchaquetarse”, “sentirse guapo” y desfilar, a poder ser junto a la directora de la academia, a la que adora.
A Claudia esta experiencia le gusta, se divierte y espera poder seguir teniendo la oportunidad de trabajar como modelo de posado para fotos, que es lo que más le apasiona.
Quien también quiere hacerse un hueco en este mundo es Alfonso, que a sus 56 años, y tras trabajar toda la vida como empresario autónomo, ha dejado a un lado “la vergüenza y los miedos” para hacer sus pinitos como modelo y actor. Le podemos ver interpretando a un policía en el capítulo 7 de la serie “La chica de nieve” de Netflix.
Modelos de portada
Varios alumnos de Ana Alicia Ruiz han llegado a protagonizar importantes campañas publicitarias. Es el caso de Fran Ruiz, un joven con síndrome de Down que ha sido portada en una revista internacional; de María Diéguez, una modelo ‘curvy’ que ha ganado dos certámenes a nivel nacional, o de David Márquez, que pese a su discapacidad física -una cojera en una pierna- ha trabajado en Madrid y Barcelona para diferentes diseñadores.
“El trabajo es muy arduo, muy duro, pero al final se consigue, sobre todo si nos unimos y hacemos fuerza todos juntos”, remarca Ruiz.
Entre tanto, la directora de la academia, que también es diseñadora de moda, sigue adelante con sus proyectos profesionales. El próximo 27 de noviembre representará a España en el certamen de Miss Europa Continental, que se celebrará en Nápoles (Italia).
Ruiz recuerda que con su 1,50 de estatura es la modelo más bajita que ha participado en un concurso internacional, un ejemplo de inclusión. EFE