El Hospital Infantil Concejo de Medellín es el resultado de una alianza entre la Alcaldía de Medellín, Metrosalud y el Hospital General de Medellín. El Infantil es el único hospital de la ciudad con un programa de musicoterapia.
Entra a la habitación 504, saluda a los niños que están hospitalizados y a sus mamás, que los acompañan, y empieza a tocar la guitarra y a cantar:
“Para los niños, para las niñas,
para la familia con todo el amor,
para que prontico estemos mejor,
musicoterapia y una cancióóóón.
Lairalá, lairalairaróóó”.
Se acerca a la cama 504 – 3, donde David*, de 3 años: Hola, mi corazón. ¿Cómo amaneciste?, le pregunta al niño, que tiene a su madre al lado, sentada en una silla, y sigue tocando suavemente la guitarra. Después, del bolsillo de su uniforme médico azul saca una maraca verde y se la entrega a David. Mariana y Mateo, otros niños de la misma habitación, se le arriman con ganas de unirse al toque. Saca una maraca rosada para Mateo, una amarilla para Mariana y retoma:
“Suenan las maracas, cha cha cha,
qué bonito ritmo podemos sonar,
(…) porque muy prontito vamo’ a mejorar,
cha cha cha cha chaaaa”…
Acostado en su cama, David lo acompaña sacudiendo la maraca con su mano derecha. Mariana y Mateo tocan las suyas caminando por la habitación, mientras Santiago, con el brazo izquierdo enyesado, presta atención desde otra cama. 9:00 a. m. Junto a la cama de David hay un ventanal por el que se filtran los rayos del sol. El aire se torna tibio. Los hospitales son fríos y tristes, pero con sus colores vivos y la musicoterapia, el Hospital Infantil Concejo de Medellín (HICM) es distinto.
Artes para el bienestar
Verónica tiene a su hija hospitalizada en este centro pediátrico ubicado en el barrio Campo Valdés N°. 1 de la comuna 4 (Aranjuez), nororiente de la ciudad: “Con la música se hace el espacio más acogedor y comparten con otros niños. Escuchan que el muchacho que canta está en otras piezas y se activan. Mi hija dice: ‘Ay, mami, ya viene el cantante’, y se pone muy contenta, igual que los otros niños”.
Es el único hospital de la ciudad con musicoterapia. El HICM es el resultado de una alianza entre la Alcaldía de Medellín, Metrosalud y el Hospital General de Medellín. El musicoterapeuta clínico se llama Elkin Darío Franco Montoya. Tiene 45 años, pelo ondulado con cola de caballo y una energía y un carisma precisos para su trabajo. Es licenciado en Educación Musical y magíster en Musicoterapia. A su hija, Lucía, de 5 años, le canta desde que estaba en el vientre de Carolina, su esposa, quien también es profesora de música.
Elkin empezó como educador musical y luego se interesó en las artes para el bienestar. “Es el arte más allá de lo estético, donde empieza el camino que me lleva al ámbito de la salud. La musicoterapia y todas estas técnicas tienen beneficios impresionantes en niveles de la salud humana: físico, mental y emocional”, expresa.
El HICM atiende niños y jóvenes hasta de 17 años. Elkin lleva la musicoterapia a Consulta Externa, Cirugía, Urgencias, Hospitalización, Unidad de Cuidados Intensivos. En julio de 2024 lo escucharon unas 5200 personas, contando a pacientes y acompañantes. Trabajadores del hospital participan de su arte en pausas de bienestar. No es lo mismo, explica, “llevar música, una orquesta o un músico, digamos normal, que cante o toque guitarra a un hospital, que un musicoterapia que observa síntomas, trabaja con signos vitales de los pacientes y tiene formación en técnicas y músicas para tratar síntomas de los pacientes”.
Va con su guitarra y lleva maracas, xilófonos, tambores, ukelele y organeta, porque los pacientes no solo escuchan, sino que también se animan y tocan. El objetivo, en palabras del musicoterapia, es “facilitarles experiencias que les permitan disminuir ansiedad, estrés, percepción del dolor. Y con algunos pacientes estables, estimulación para el neurodesarrollo, la atención, motricidad con el uso de instrumentos, auditiva, del habla y fortalecer vínculos entre pacientes y cuidadores”.
Todo un repertorio
En el pasillo del quinto piso hay una cama que sacaron de la habitación 504. En ella está David y al lado, su mamá y tres enfermeros. A dos metros de distancia, Elkin toca su guitarra. No canta. “Mamiiita”, dice el niño, y grita asustado: “¡Mamááá!”. El músico, entonces, se acerca y continúa acariciando el ambiente con sus acordes.
Luis Fernando Zapata, director médico del HICM, valora la musicoterapia: “Los pacientes salen más rápido; la música relaja al paciente, con ella mejora su salud. Vienen estudiantes que nos colaboran, porque no hay mucha gente que sepa manejar esta práctica. Compartimos con universidades de otros países muy desarrollados en esto y nos están tomando como ejemplo en Colombia”.
A veces, con música tranquila; en otros momentos, con ritmos alegres. Todo, según la situación y el estado de los pacientes. Canciones tradicionales, como La vaca Lola, u originales de Elkin, componen su repertorio en sus rondas por el hospital.
Tiene puesto un tapabocas blanco. Por el pasillo del quinto piso va una joven con un bebé en sus brazos. Se detiene y el músico se para junto a ellos y toca la guitarra. Luego, canta bajo como un susurro: “Uuuuu, uuuuuuu; uuuuu, uuuuuuu”. El niño lo mira, abre la boca y extiende su mano izquierda tratando de alcanzar la guitarra.
Termina la tonada y la mujer sigue su camino con el bebé. Al fondo del pasillo se ve un salón de luz rojiza con letrero de colores: “Bienvenidos”. Es la ludoteca, colorida como Maya y sus amigos, que están pintados en una pared de este corredor.
*Nombres cambiados para proteger la identidad de los niños.