En un reciente comunicado, el ELN acusa al estado colombiano de crear una falsa disidencia en Nariño para perjudicar las negociaciones con la guerrilla. Según la organización, el gobierno de Petro y el Comisionado de Paz, Otty Patiño, habrían orquestado un plan para desestabilizar el proceso de paz, señalando a Gabriel Yepes Mejía y otros como agentes de inteligencia infiltrados.
El ELN denuncia un complot para desviar la atención del proceso de paz con esta guerrilla diciendo que sese estan invetando un proceso de paz regional con una disodencia inventada por el gobierno con desmovilizados a bordo, priorizando negociaciones con sus propios agentes de inteligencia.
Estas acusaciones se suman a tensiones previas, como las recientes afirmaciones de líderes del ELN sobre supuestos vínculos de Petro con actividades criminales en los años 80. Ante este panorama, surge la pregunta sobre la conveniencia de seguir privilegiando a grupos que incumplen los acuerdos de paz, como el ELN, mientras otras organizaciones, como el Ejército Gaitanista de Colombia, muestran disposición para dialogar. ¿Es hora de considerar nuevas solicitudes de paz y dejar de lado a quienes no cumplen con los compromisos pactados?
