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Medellín

Salía el chorro ¡Bendito sea Dios!

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“No teníamos servicios públicos. El agua llegaba en mangueras a las 2 o 3 de la mañana y en el baño había que hacer un hueco para poder hacer ahí las necesidades”, relata Karol Francely Aragón Suaza, una de las más de 54 mil beneficiarias de los hogares del programa Mínimo Vital de Agua Potable que ofrece la Alcaldía de Medellín a diferentes comunidades de la ciudad.

Luz Amparo Suaza Parra

Hasta el año 2009 esa era la realidad de Luz Amparo Suaza Parra, una amorosa y jovial madre de dos hijos: Karol Francely y Juan Camilo Aragón Suaza; quienes víctimas de la violencia se vieron obligados a vivir durante seis años en el sector El Morro del barrio Moravia (comuna 4 – Aranjuez).

“Nosotros vivíamos en el barrio Bosques de San Pablo pero mataron a mi marido porque era celador en la calle y no dejó robar. Yo tuve que comenzar a mirar para dónde me iba y en Moravia me dijeron: ‘Amparito por qué no hablás para que te metas al morro’ y así fue que llegué allá”, relata Luz Amparo.

Su vida en Moravia

Viuda, con una niña de 7 años recién operada de cáncer que debía pasar por tratamientos de quimioterapia y radioterapia y un niño de dos años, esta sensible, pero tenaz madre cabeza de familia sacó fuerzas para enfrentar su nueva realidad.

“Eso era rastrojo y había unas ratas gigantes. Los muchachos del barrio pusieron cuatro palos y me ayudaron a organizar la casita. No teníamos servicios públicos y el agua llegaba en mangueras de abajo de El Oasis a las 2 o 3 de la mañana y a esa hora llenábamos todas las canecas que podíamos”. 

“Para cocinar teníamos que conseguir hornilla para meterle carbón o pagarle a alguien para que se conectara de un poste y muchas veces hubo incendios. Todos mirábamos y pensábamos: se me va a quemar mi alambre, va a llegar hasta mi casa y nos vamos a quemar todos.”, cuenta detalladamente Luz Amparo.

Su nueva vida

Después de seis años en esa realidad, la esperanza de una nueva vida con condiciones más dignas llegó para la familia Aragón Suaza. Gracias a la reubicación liderada por el Instituto de Vivienda y Hábitat de Medellín (Isvimed) en proyectos de vivienda de la alcaldía de la ciudad,  arribaron a la unidad de interés social Los Álamos, ubicada en la comuna 4, Aranjuez.

Beneficiarias programa Mínimo Vital de agua Potable

Sin filtros y con la autenticidad que la caracteriza, así describe Luz Amparo aquella etapa de su vida:

“Ese día lo primero fue: ‘doña Luz Amparo vea las llaves’ y yo lloraba de la felicidad. ‘Vea, abra y entre’ y yo ¡Ah! Tocaba la pared y decía: ¡No puede ser! Porque como en El Morro era de tablas entonces lloraba y lloraba. Fui a la cocina, abrí la llave de la cocina, miré el mesón pero no había agua, ni luz”. 

Beneficiarias programa Mínimo Vital de agua Potable

“Había que ir a las Empresas Públicas de Medellín. Fuimos y nos dijeron que había que pagar. Pregunté cuánto sería, me dijeron que podía ser financiado o si tenía toda la plata la pagaba, pero yo no tenía todo eso. Pero bueno, mi Dios es muy lindo, nos ganamos un chance entonces fuimos, pagamos, nos dieron un recibo y yo feliz lloraba de la alegría”. 

“Ese mismo día por la tarde cuando llegamos ya teníamos agua y luz. Le dije: ¡Karol abramos la llave del baño! Y eso salía el chorro y le dije: ¡Bendito sea Dios! Fue muy lindo”.

Mínimo Vital de Agua Potable, un aporte más en la calidad de vida

En el 2009 Luz Amparo y sus hijos llegaron a una nueva vivienda que mejoró sustancialmente sus condiciones de vida. Ese mismo año y con igual objetivo se implementó por primera vez en Medellín el programa Mínimo Vital de Agua, el  cual tiene como premisa mejorar la calidad de vida de las familias más vulnerables.

Esta es una iniciativa que tuvo su primera aplicación en 7179 hogares de la ciudad y que recientemente cumplió 15 años con 54 513 familias beneficiadas -cifra con corte al pasado 30 de abril- ofrece cada mes una cantidad mínima, pero suficiente, de  litros de agua potable por cada integrante del hogar, que les permite satisfacer sus necesidades básicas; estos se descuentan en el valor de la factura de servicios públicos, de acueducto y alcantarillado, permitiendo que las familias que hacen uso racional del servicio y consumen solo la cantidad de metros cúbicos que les otorga el programa reciban su factura en cero pesos.

“A nosotros nos daban reuniones cada ocho días en El Morro. Nos decían que íbamos para casa nueva y que teníamos que cuidar mucho el agua. Ya estando acá vinieron a encuestar a todas las familias porque había un programa en el que priorizaban los que tenían menores de edad”. 

“Empezaron a explicar que uno tenía que consumir menos agua, mi mamá se hizo anotar -porque todo lo que tenga que ver con beneficios ella está ahí-, nos volvieron a llamar y al mes siguiente se vio reflejado en la factura la disminución”, explica detalladamente Karol Francely.

Comprometida con el consumo

Luz Amparo es una beneficiaria comprometida con el cuidado del agua por eso sigue una rigurosa rutina para ahorrar cada gota en su hogar: lava la ropa una vez a la semana, la deja en remojo y la enjuaga en recipientes para aprovechar el agua sobrante en el baño y el aseo de la casa. Recoge el agua lluvia para regar las plantas, cuando se cepilla los dientes cierra la llave y el hielo que se descongela de la nevera lo usa para limpiar.

Luz Amparo Suaza Parra con el técnico de la Secretaría de Gestión y Control Territorial

“Yo ahorro mucho porque soy la única que trabajo. No tengo esposo, mi hija está desempleada y el muchacho está estudiando en la universidad, entonces si yo no ahorro y me cuido el bolsillo ¿Quién me va dar?”. 

“Con lo que me ahorro de los servicios compro más huevitos. Están vendiendo allí unos recorticos de carne de res y de cerdo y compro unos $5000. He estado pagando $47 000  de parabólica y de resto voy comprando una que otra cosa”, afirma con su característico tono enérgico Luz Amparo.

Determinación y fortaleza

Luz Amparo Suaza Parra e hija

El espíritu de lucha y fortaleza de la familia Aragón Suaza es tan firme, como su determinación para salir adelante. Karol Francely, continua perseverante en su propósito de encontrar empleo y Juan Camilo, estudia -gracias a una beca- química pura en la Universidad de Antioquia; afirma que quiere prepararse bien para ejercer su carrera. Meta que llena de orgullo a Luz Amparo quien en medio de risas agrega: “ojalá del primer sueldito de eso, me toque una sopita”.

A esta aguerrida madre cabeza de familia nada, ni nadie la detiene en su lucha por sacar a sus hijos adelante. Hace más de 10 años convive con EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) pero eso no es impedimento para cumplir todos los días con su trabajo.

“Barro las calles por el centro de salud de Moravia. Salgo a las 3 de la mañana porque me asfixio entonces hago todo muy despacio y hay gente que me dice: ‘¡Amparito! Bárreme aunque sea a las 5:30 y mientras uno baja”. Hace una pausa y reanuda su relato: “Bajo temprano con un cochecito de bebé, la escoba, el recogedor, las bolsas, un impermeable y el saco. Trabajo todos los días (menos los miércoles que descanso), domingos y festivos y los sábados por la tarde (por ahí a las 3 o 4 de la tarde) me voy a cobrar de puerta en puerta. Yo llego y digo: buenas, señora, me va a regalar la colaboración del aseo y de eso vivimos nosotros”, expresa orgullosa Luz Amparo.

Luz Amparo Suaza Parra

Los Aragón Suaza son testimonio de amor, unión y tenacidad. Su historia es una de las mejores formas de sustentar la importancia de garantizar el acceso al agua a los hogares más vulnerables y cómo, programas como el Mínimo Vital de Agua Potable, aportan en el mejoramiento de la calidad de vida de las personas.

Después de 15 años, Luz Amparo deja una reflexión para todos los, que como ella, se benefician del programa: “esto ha significado mucha felicidad, una cosa muy hermosa. Muy queridos, muy educados y una atención muy linda cuando vienen aquí. Ojalá que las otras familias también ahorren así como ahorramos nosotros”.

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