Todos los sábados, como en la vida de cualquier pueblo, el corregimiento de San Cristóbal, ubicado en el occidente de Medellín, tiene una mañana muy activa. Es un día de comercio, de hacer mercado, de salir a misa, de encontrarse con los conocidos en las cafeterías del parque o hacer “las vueltas” pendientes de la semana.
A eso de las 10 de la mañana, a pesar del sol que a esa hora se hace inclemente, las personas van y vienen, revolotean por las calles de la centralidad de este corregimiento buscado llegar a sus destinos. En medio de ese ambiente, Gloria Cecilia Álvarez, una mujer de apariencia seria y fuerte, aparece entre las personas por una de las calles aledañas al parque. Ella va junto a su hijo Jhon Fredy, con un poco de prisa a cumplir una cita que les cambiará la vida.
John Fredy
Jhon Fredy, un adolescente de 14 años que cursa octavo grado y es apasionado por el baloncesto, va emocionado al lado de su madre. Él no habla mucho, su apariencia es tímida, pero a pesar de eso tiene clara una cosa: “mi mamá se ve seria, pero es dulce”, comenta.
Ambos llegan puntuales al Centro de Desarrollo Empresarial a cumplir su cita. Allí, se encuentran una fila, que, aunque está corta, se les hace eterna. Unas 10 personas están delante de ellos. A los dos se les nota la ansiedad porque van a culminar un proceso que no tenían en la mente que se pudiera realizar.
Jhon Fredy hizo parte de las 400 niñas, niños y adolescentes que participaron del proceso de evaluación visual que la Fundación Club Rotario Nuevo Medellín junto al Distrito, a través del programa Medellín Solidaria, hicieron en el corregimiento de San Cristóbal, con el fin de entregarles las gafas que les permitan mejorar su calidad de vida.
De los 400 menores evaluados, 127 fueron identificados para acceder a esta oportunidad. Jhon Fredy, a quien hace dos años le diagnosticaron miopía, es uno de los niños beneficiados. “Ustedes no saben lo que esto significa para mi hijo. Para nosotros era muy difícil comprar las gafas y encontrar esta oportunidad fue una bendición”, señala Gloria con sus ojos brillantes y vidriosos por la emoción.
La emoción de Jhon Fredy
Para Jhon Fredy era muy difícil recibir sus clases porque no podía ver bien. Se esforzaba mucho para ver el tablero, le tocaba pararse al frente o pedir permiso para sentarse delante de todos sus compañeros. Por eso, recibir la bolsa y desempacar las gafas cuadradas y cafés que le asignaron es un sueño cumplido. “Estoy muy emocionado, ahora que tengo las gafas me ayudará mucho en un futuro para ver mejor, para avanzar en los estudios”.
La misma escena, con los mismos sentimientos de felicidad y la misma imagen de sorpresa que ponían los menores cuando se probaban los lentes, como si estuvieran viendo un nuevo mundo, se repitió 127 veces en esta mañana. Esto representa un paso importante en la mejora de la salud y la calidad de vida de los menores para el desarrollo de actividades cotidianas en sus entornos familiares, escolares y otros espacios.
“Nosotros hemos visto la importancia de trabajar por la niñez de la ciudad, ellos son el futuro y por eso nos enfocamos en la salud visual, porque si desde temprana edad solucionamos esas dificultades, ellos podrán tener un mejor rendimiento académico. Para nosotros es muy importante tener estas alianzas público-privadas, porque así́, entre todos, podemos tener un mejor impacto en la población”, señaló la vicepresidenta de la Fundación Club Rotario Nuevo Medellín, Sonia Uribe López.
Con esta jornada de entrega de gafas, estos 127 niños, niñas y adolescentes tienen los lentes que les permitirán vivir su presente y construir paso a paso un mejor mañana.